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martes, 26 de abril de 2011

RRHH como articulador de necesidades

Cuando uno termina de mirar la película "Recursos Humanos" (Ressources Humaines, película franco-británica estrenada en 1999) no puede dejar de preguntarse: ¿de esto se tratan los benditos Recursos Humanos?
Para uno que se apasiona y estudia esto; que día a día se internaliza en prácticas, teorías, estimaciones conceptuales y situaciones fácticas relacionadas con las relaciones humanísticas dentro del ámbito laboral; la película se erige como una crítica impiadosa a métodos denigrantes que desde hace tiempo son rechazados por los profesionales del área.
Sin embargo, para aquel ojo poco adiestrado en el “corpus funcional” de los RRHH, la película muestra una dolorosa espina que persigue a la profesión: esa que reza que RRHH no es más que una de las tantas herramientas que tiene la gerencia para flexibilizar el empleo, avasallar a las personas y a su trabajo, y garantizar la plusvalía gerencial sin importar los medios empleados.
A raíz de esto es necesaria una autocrítica de aquellos profesionales, estudiantes, y trabajadores de RRHH. Una autocrítica sincera no puede perder de vista  que todos esos prejuicios respecto al área son reales y explicables. Durante tiempo se dejo de lado al hombre, al trabajador, a aquel elemento dinamizador del trabajo. Durante años las empresas preferían la rotación, la explotación a niveles infrahumanos y el descuidado utilitario de aquellas personas que formaban parte de la organización.
Esto llevo a la conceptualización en el inconsciente colectivo de una visión pesimista respecto a los RRHH. Visión que las empresas no osaron cambiar hasta que descubrieron que no se puede tapar el sol con un dedo. En otras palabras, las empresas se negaron tozudamente a cambiar las prácticas de RRHH hasta que se dieron cuenta de algo trascendental: que el verdadero “valor agregado” a la marca o al producto lo hace, efectivamente, la gente que forma parte de la organización.
En un momento donde la tecnología es accesible a todos por igual, donde las prácticas estandarizadas de procederes administrativos se han masificado y donde las reglas son iguales para todos los “players”, el verdadero elemento que garantiza un posicionamiento positivo en un mercado cada vez más competitivo son, justamente, las personas.
Tener un personal idóneo, capaz, proactivo, innovador e interpretador de la realidad posiciona la marca. Tener una persona capacitada, entrenada y MOTIVADA facilita el desenvolvimiento rentable de la organización.
Es aquí donde entra el área. No entra como un “garantizador del beneficio empresario”, sino como un “garantizador del mejor clima laboral para las personas”. Las prácticas de RRHH deben, sin lugar a dudas, garantizar al empresario el “retorno a la inversión” pero entendiendo que el mejor camino hacia eso es una mejor participación en el mercado. Y para lograr esto, como se dijo anteriormente, tener el personal idóneo facilita la tarea.
Esta es la razón de ser de RRHH: encontrar una “alineación de objetivos”. Lograr conjugar la necesidad de ganancia del empresario y la necesidad de autorrealización de las personas.  Y en el medio esta el área, como articulador de necesidades y generador de beneficios mutuos.
Ambicioso objetivo, pero apasionante. RRHH tiene que dejar de mostrar esa imagen de tipo que “liquida sueldos y despide personal” (bosquejado perfectamente en la película) para pasar a ser un generador de contextos laborales adecuados que permitan al trabajador desarrollarse. Porque, como se dijo, del desarrollo del trabajador va a depender el papel de una organización en el mercado.